domingo, 3 de octubre de 2010

Un viaje en imágenes al escaparate del cambio climático

Dice el ferrolano Carlos Caraglia que sufre el "síndrome polar". Desde que en el 2007 llegó a la Antártida su belleza lo cautivó totalmente y utilizó el objetivo de su cámara para captarla. Fruto de aquello y de sucesivos años de expediciones surgió un proyecto, 'El viaje polar', y una serie de exposiciones que captan los efectos del cambio climático en los polos.
Algunas de esas fotografías inéditas se exponen en el Acuario de A Coruña por vez primera en España y recogen su expedición al casquete polar de Groenlandia en agosto de 2009. Para Caraglia, esta muestra "refleja el deshielo en los glaciares que son el síntoma más claro de los efectos del cambio climático".
Cree que a través de las imágenes que captan la evolución y pérdida de masa polar en esta zona, es más sencillo "concienciar" a la gente. Isertoq es uno de estos glaciales fotografiados por el artista donde se pueden observar de forma visible los efectos. En el camino de la divulgación juega un papel importante la fauna que sufre el cambio climático y con la que "el público se identifica más fácilmente", comenta el fotógrafo.

Cinco expediciones y muchas fotografías

Desde que en el 2007, Carlos Caraglia visitó por primera vez la Antártida, sus idas y venidas al lugar más extremo del planeta han sido constantes. Comenzó con una primera exposición en Mallorca que le condujo a otra en el Oceanográfico de Valencia.
Luego, el científico Carlos Duarte -uno de los más prestigiosos del mundo, se cruzó en su camino y desde entonces han sido cinco viajes a los polos, tres a la Antártida y dos al Ártico. El último, el pasado mes de julio, y tenía como objetivo la búsqueda de osos polares.
En Galicia, las fotos de Caraglia han recorrido ya varias ciudades, entre ellas Santiago, en la que mostró las cabañas desde donde los exploradores Robert Falcon y Ernest Shackelton empezaron su conquista del Polo Sur hace más de cien años. En esta muestra celebrada durante el pasado verano en la Alameda, cientos de niños plasmaron sus huellas en una pancarta gigante que Caraglia se llevó al Polo Norte en señal de protesta por el calentamiento global, en su última expedición.

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