domingo, 8 de mayo de 2011

Sangre reparadora para rodillas lesionadas



VIDEO: http://rss.elmundo.es/rss/descarga.htm?data2=120

Lo noté perfectamente. Fue el 31 de octubre de 2010, a las 11 horas 35 minutos. Un dolor insoportable en la rodilla me hizo parar en el kilómetro 28. Estiré un rato y continué la carrera. Apenas resistí 20 minutos. No pude seguir corriendo ni un metro más.
No me importó demasiado. De hecho, sabía que aquello iba a pasarme. También que seguiría, como fuera, hasta la meta. Y así lo hice. La ocasión, hoy sigo pensándolo, mereció la pena. Era la 28 edición de la Athens Clasic Marathon, hasta entonces una de tantas maratones. Aquella fue diferente.
La carrera festejaba el 2.500 aniversario de la Batalla de Maratón y la gesta de Philippides, el guerrero hoplita que corrió hasta Atenas para anunciar el triunfo griego, muriendo nada más dar la nueva. Mítico origen del deporte popular, la efemérides no se repetiría jamás.
Así que, con la pata tiesa, deteniéndome a cada paso por los interminables arrabales de Atenas, alcancé la meta del viejo estadio Phanatinaiko. Aparte de concluir la prueba, agravé mi vieja lesión de rodilla.

Condromalacia rotuliana

A consecuencia de haberme extirpado un menisco hace tiempo y continuar una intensa actividad física, que incluye más de mil carreras populares, entre ellas 30 maratones, y cientos de ascensiones y escaladas, se me produjo una condromalacia rotuliana y la consecuente artrosis.
Atenas fue la puntilla. Había quedado prácticamente inválido. Varias consultas con especialistas me ofrecieron diferentes soluciones: moverme poco, no subir escaleras... incluso me recomendaron una prótesis de titanio. Ninguna me servía.
Habían pasado dos meses y estaba como al principio. Entonces me puse en contacto con el doctor Míkel Sánchez como última posibilidad. Jefe del Departamento de Traumatología de la clínica USP de Vitoria, este científico lleva a cabo un tratamiento con factores de crecimiento que ha aplicado con rotundo éxito a deportistas como el ciclista Joseba Beloki, el tenista Rafa Nadal y los futbolistas Víctor Valdés o Jesús Navas. Aceptó verme. El vídeo que acompaña este reportaje es el resumen de la terapia que aplicó en mi maltrecha rodilla.

Tratamiento de moda

Aplicado por primera vez en 1997 por el estomatólogo Eduardo Anítua para una intervención de cirugía maxilofacial, el tratamiento con plasma rico en plaquetas (factores de crecimiento, PRP) se ha puesto de moda. Aplicado por primera vez hace 11 años en una lesión del aparato locomotor, algunos deportistas de elite estuvieron entre los primeros que descubrieron sus bondades. Hoy se usa para las cosas más dispares: desde tendinopatías a cirugía estética y de artrosis al crecimiento del cabello.
"Ni esto es Lourdes ni yo soy el doctor milagro", señala el traumatólogo Míkel Sánchez nada más entrar en su consulta. Considerado máximo gurú de este revolucionario método para el tratamiento de lesiones, asegura con humildad que no hace otra cosa que "copiar un proceso que hace la naturaleza y que nos permite recuperar antes las lesiones, este es todo el mérito que tenemos". A su consulta del Servicio de Traumatología de la Clínica USP La Esperanza de Vitoria peregrinan, no obstante, deportistas de todo el mundo en busca de solución a las lesiones que les han apartado de su camino de gloria.
Y con la misma facilidad que cura, explica la terapia: "Consiste en la extracción de sangre del propio paciente, de la que separamos el plasma. Aquí se encuentran las plaquetas, que son las células encargadas de la reparación de los tejidos. Este plasma rico en plaquetas, que es donde se concentran los factores de crecimiento, se inyecta a continuación en la zona afectada. Una vez allí, aceleran los procesos de regeneración de los tejidos lesionados".

Terapia, no dopaje

Dado que el tratamiento se aplica de manera especial a deportistas, la propia Agencia Mundial Antidopaje, AMA, ha tenido que posicionarse. Lejos de asimilar este método a las tramposas autotransfusiones de sangre, determinó que no era dopaje, pues según señala Sánchez "el plasma autólogo cura con mayor rapidez al paciente, pero no mejora su rendimiento".
En mi caso, el tratamiento se me aplicó en tres sesiones, con un intervalo de una semana entre cada una de ellas. Una vez extraída la sangre, se centrifugó, separando sus componentes y reservándose sólo el plasma, aproximadamente el 55 por ciento del volumen extraído. De aquí se recogió la parte más rica en plaquetas, que se me inyectó antes de transcurrida una hora de la extracción. Y para casa.
La sensación de recuperación no es instantánea, pero casi. Tras un periodo de reposo de 24 horas, después de cada infiltración procedí a llevar vida normal, que en mi caso no es otra que salir a la sierra, esquiar si es invierno o montar en bici.
Acabada la terapia, he potenciado mi pierna con un trabajo específico de gimnasio y algunas sesiones de fisioterapia. Al final, el tratamiento ha terminado por quitarle la razón al doctor Sánchez. Su consulta no es Lourdes, desde luego, pero los resultados son parecidos: este fin de semana he hecho una travesía en bici de 80 kilómetros y una excursión por el Guadarrama de siete horas. Volví hecho polvo, para qué negarlo, pero la rodilla ya no me duele. Habrá que esperar para ver si resiste mi ritmo y los resultados de la técnica se mantienen a largo plazo.
Fuente:  http://www.elmundo.es/elmundosalud/2011/05/06/noticias/1304680837.html

Las técnicas forenses para identificar a las víctimas del accidente de Air France

Dos años después de que un avión de Air France que cubría la ruta Río-París cayera al Océano Atlántico, algunos de los 176 cadáveres que siguen sepultados bajo el agua están comenzando a ser recuperados. Tras el accidente, ocurrido en junio de 2009, sólo 51 pasajeros fueron encontrados e identificados.
A pesar del tiempo transcurrido, el pasado mes de abril se localizó una zona en la que se encuentran varios cuerpos a 3.900 metros de profundidad. Las operaciones de rescate se han retomado esta semana y los primeros cadáveres han sido sacados ya a la superficie.
Las autoridades han dado pocos detalles de la operación y sólo han informado de que los cuerpos, que serán trasladados a París para su identificación, aparentemente estaban en mal estado y se encontraban con el cinturón abrochado a sus asientos. A pesar de que la tarea no será sencilla debido al avanzado estado de descomposición, las técnicas forenses actuales hacen que sea probable que los cuerpos sean identificados en unos días.
Parte del fuselaje del avión, hallado en abril. | Efe / BEAEnrique Dorada, especialista en Antropología del Instituto Anatómico Forense de Madrid, considera que en este caso hay gran probabilidad de que haya una putrefacción avanzada aunque la descomposición de los cuerpos varía mucho en función del medio en el que permanece. "No tiene nada que ver un cuerpo enterrado bajo tierra con otro que ha estado bajo el agua o expuesto en la superficie", explica a ELMUNDO.es en conversación telefónica. "Los agentes causantes de la putrefacción actúan de forma muy diferente según las circunstancias ambientales", señala este médido forense.

Un ambiente frío y sin oxígeno

El caso de los pasajeros de este Airbus es "poco usual", ya que los cuerpos se encuentran a 3.900 metros de profundidad: "Por debajo de los 10º C la descomposición se ralentiza, y los cadáveres están en una zona en la que la temperatura debe ser aún menor. Y ese frío intenso a esa profundidad, de alguna manera, dificulta la putrefacción", explica el forense.
"Otro elemento a tener en cuenta es la falta de oxígeno que se da a esas profundidades, un factor que también retarda la putrefacción de los cuerpos. En cualquier caso, han pasado ya dos años, que es un periodo de tiempo prolongado por lo que lo esperable es que su estado de descomposición sea avanzado".

A pesar de que las técnicas forenses que se utilizan en la actualidad son variadas, éstas quedan bastante limitadas cuando se trata de cuerpos en estado de descomposición. "Por ejemplo, las características físicas pueden estar totalmente alteradas".Otro factor que puede facilitar la identificación es que los cuerpos estén sujetos a los asientos: "Si el cadáver queda dentro de una estructura cerrada, ya sea debido a los cinturones o por cualquier otro mecanismo, es posible que se rescate más información".

El ADN, la técnica que más casos resuelve


Para estudiar cuerpos putrefactos se recurre con frecuencia a los huesos. Una zona del cuerpo privilegiada son las piezas dentales: "Recurrimos a aquellas partes que conservan el ADN durante más tiempo. Los dientes son muy valiosos, sobre todo las muelas. Si la pieza está sana y entera es posible obtener de su pulpa suficiente ADN para llevar a cabo la identificación", asegura.Por ello, Dorada subraya que la técnica que más ventajas presenta en estos casos es la identificación mediante el ADN: "En primer lugar, porque una pequeña muestra es suficiente. Otro punto a favor es que el ADN tiene un grado de conservación importante que permite obtener muestras aunque haya pasado mucho tiempo. Incluso se ha llegado a obtener ADN de momias. Lo importante, eso sí, es conseguir ADN de buena calidad para poder llevar a cabo la investigación".
Sin embargo, tan importante como obtener ADN es cotejarlo con otra muestra, pues de nada sirve si no hay un perfil genético con el que compararlo: "Una gran ventaja de este tipo de accidentes aéreos a la hora de identificar los cuerpos es que suele haber listas cerradas de pasajeros. Generalmente se puede localizar a los familiares directos (padres, hermanos e hijos) para realizar un contraste del ADN. Si los familiares no son directos los resultados son mucho más pobres", explica.
Aunque no es frecuente, en ocasiones se conservan muestras biológicas del fallecido que servirán para cotejar su ADN (por ejemplo, si fue donante de sangre o semen o se guardan muestras de tejido tras una operación).